viernes, 20 de junio de 2014

Primero y último

Tal vez muchos de ustedes, al enterarse de que  la Feria del Libro se aproxima, hacen sus planes y deciden ir. Llega la fecha,  van una vez, y eso fue todo.
Este año, mis compañeras y yo asistimos a  la Feria por lo menos tres veces cada una. Nuestras visitas a este evento fueron en distintas ocasiones, y esto nos permitió darnos cuenta de notorias diferencias  a medida que pasan los días de su duración.
Luego de pensar bastante para estar seguras de no olvidar nada, resumimos la lista de diferencias en la imagen a continuación:



Lo que más llama la atención es  la poca actividad los primeros días de Feria, tanto en los pabellones como en el patio de comidas, y el contraste con la gran concurrencia el último día.
Una probable teoría es que las personas, sabiendo que la FIL se inaugurará, deciden posponer su visita hasta el último día, bien sea por falta de tiempo, porque piensan que si van los primeros días no estará todo listo y no podrán ver y disfrutar todo lo que el evento tiene para ofrecer, o tal vez, porque les llega tarde la noticia de la apertura de esta “fiesta de libros”.
Los expositores, sabiendo esto por experiencia, no se preocupan y  se toman su tiempo en terminar de organizar todo. Es así como a tres días de la inauguración, todavía pueden verse estands en construcción en los pabellones.

El tercer día de Feria, en el pabellón juvenil, podían verse
trabajadores ocupados en algo...

Y esto fue lo que resultó de su trabajo.
¿Qué día lo habrán terminado?

Por supuesto, esto es únicamente una suposición, pero son los hechos los que la originan y sustentan.

Es una muy mala situación, porque hay quienes se emocionan y asisten los primeros días, pero al ver que no está todo preparado y en funcionamiento se van del lugar más decepcionados que satisfechos.
Otra desventaja de esta manera de hacer las cosas es que se crea una gran masa humana recorriendo los pasillos el último día (nosotras lo vivimos). Y no sólo los pasillos, porque el apelotonamiento empieza desde las filas para ingresar. Esto es sencillamente porque el público no es distribuido, por así decirlo, en los diferentes días que dura la Feria.

¿Cómo podrían paliarse estas diferencias?

Quizás si los ciudadanos en general estuvieran informados con bastante anticipación, sabrían a qué quieren ir y qué no les interesa ver. Entonces no se amontonarían todos para el último día.
Sin embargo, es también responsabilidad de los organizadores y los expositores el preocuparse por tenerlo todo listo incluso antes del día de la inauguración. Hay quienes no van al principio porque suponen que no todo estará terminado, y tienen razón, al menos en esta ocasión.

A continuación tenemos una serie de imágenes que muestran las diferencias entre los primeros y los últimos días de la Feria.

Al empezar...

Pocas personas asistieron durante los primeros días

Si bien esta fotografía está algo borrosa, permite apreciar lo
vacíos que estaban los pasillos durante los primeros días

Los juegos en el pabellón juvenil, desiertos

El estand de los jigotes el tercer día de la FIL

El local de helados Cabrera tuvo poquísimas ventas
al principio

El inicio de la Feria no fue beneficioso para Crepes de France

Pero el último día...
La larga fila para entrar


Había más gente en los estands

Los pasillos estaban casi repletos

El pabellón infantil, muy concurrido

¡Los encargados de los juegos en el pabellón juvenil al fin
tenían trabajo que hacer!


He aquí una panorámica de los juegos del pabellón juvenil
el último día de FIL
El estand jigote, con un buen grupo de visitantes alrededor,
sacó las empanadas el último día
Los "caminantes" fueron apartados en las esquinas



Me sorprendió ver que había fila para comprar un crepe

El local de Cabrera tenía clientes ese día

También el de Queen Burger

Fuera de los pabellones, la gran cantidad de gente hacía
muy difícil el encontrar un lugar para sentarse un rato
Fuera de estas diferencias, algo que se mantuvo igual fue que los autores firmaban sus obras. 

Ana Carola Artigas me regaló su autógrafo en uno de los libros
que compré: "Manjar para el corazón de los jóvenes"

Federico Morón (o el Gatonegro) se encontraba firmando
su libro "Los estados del Gatonegro"

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