martes, 17 de junio de 2014

Las seis peores cosas de ser expositora en la Feria del libro

¡Hola! Blogueros de O sea la feria, todo el mundo se ha dedicado a postear un montón de textos dedicados a la buena o mala crítica de la feria, pero todos desde una vista de fuera, es decir, desde la visión de un visitante más.

Después de trabajar en la feria, tengo la oportunidad de dar una opinión más real de lo que son las dos semanas de  la Feria del libro  y he resumido  lo peor de ser uno más de los expositores que ahí se encuentran (trabajando en mi respectivo estand  y desde un punto de vista personal, no general, debo aclarar). Entonces ahí les va:

1. Condiciones extremas del ambiente. Lastimosamente el invierno adelantó su entrada este año en Santa Cruz. Debido a problemas internos en el departamento, la Feria del libro tuvo que adelantar su apertura y sufrir del intenso frío. Y bueno, pues en eso sufrimos todos, era terrible tener que atender a las personas cuando se te congelan las manos y tener que soportar el clima hasta altas horas de la noche, realmente uno salía congelado, (ya que la feria exposición no cuenta con un sistema de calefacción del aire) a congelarse aun más afuera, uno de las peores cosas por las que tuvimos que pasar varios expositores.

2. Las malas comidas.  Mis jefes, no fueron los que más  se destacaron por la generosidad o filantropía hacia sus empleados en la feria. Las comidas (¿comidas?, si solo eran pequeñas hamburguesas, un pollo mal  cocinado y a veces unas mini pizzas que no alimentarían ni a  un pitufo)  que nos dieron no solo eran baratas, sino sin sabor,  de dudosa procedencia y   preparación, tanto así que casi renuncio al tercer día debido a una indigestión y vómitos que estas me causaron, ojalá que ellos se dieran cuenta de cómo tratan a sus empleados y no los vean solo como máquinas de vender.

3. Los descansos inexistentes.  La mayoría de las librerías otorgaba a sus trabajadores un tiempo estimado de 10, 15 o 20 minutos para descansar. En mi caso no fue así, de los diez días trabajados solo hubo una noche donde nos dieron un “tiempo libre “, a mí y a una compañera de trabajo, para poder disfrutar algo de la feria, lo malo es que solo fueron diez minutos, que se pasaron volando en solo recorrer el primer pasillo. Según lo estudiado en administración cada persona debería tener unos minutos de descanso para realizar un mejor trabajo, bueno no puedo culpar a mis jefes, no creo que ellos hayan estudiado administración alguna vez ¿no?

4. Los nervios de perder algo. El vender los libros no solo era parte del día a día de la feria, el estar pendiente para responder dudas sobre ellos o decir los precios tampoco. Es una gran vergüenza admitir que nuestra labor fundamental no era nada más que  evitar los robos. Sí, lastimosamente algunas personas no van con las ganas de encontrar  una buena lectura sino con el propósito de apropiarse de lo ajeno.

5. No poder disfrutar de la Feria del libro. Si, lo sé, una ironía, estando en ella y no apreciarla. Simplemente era muy difícil y sin los descansos apropiados era  muy complicado de disfrutar la feria como una visitante más, hasta existía ciertas veces donde solo deseaba que se acabara, no pude disfrutar de la Feria del libro este año.

6. Las desveladas. Tener que salir casi a medianoche y llegar a tu casa en la madrugada no es lo más recomendable si es que tienes clase de universidad en las mañanas. Aparte del miedo de salir muy tarde en una ciudad no tan segura, este trabajo me causó muchas  faltas a clases y un par de ojeras que no había tenido nunca.


Es curioso, siempre que veía a las expositoras de la feria debo admitir que la envidia me acompañaba. Cuando no me llamaron de la primera librería donde pregunté sobre el trabajo sentí un poco de tristeza ya que  no iba a ser partícipe de este evento cultural en Santa cruz. Pero ahora, no me arrepiento de haber trabajado, eso  sí, dejo este pequeño post para demostrar que  los expositores sí deben esforzarse para cumplir su trabajo durante los diez días de esta feria.


Expositora acomodando sus libros.

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